18 Nov 2022
Procrastinación y el peso de la culpa

Si has decidido enfrentarte a tu procrastinación es muy probable que tengas que vértelas con tu sentimiento de culpa, uno de los más frecuentes que acompañan al proceso procrastinador.

¿Quieres echarle un vistazo?

 

Qué es la culpa 

La culpa es la forma más usual que utiliza nuestra sociedad para asignar consecuencias. Culpar es un proceso que utilizamos para corregir sucesos negativos.

La mayoría de nosotros lo aprendemos desde muy pequeños. Con frecuencia nuestros cuidadores (padres, maestros…) nos enseñan, involuntaria y desgraciadamente, a sentirnos culpables en lugar de responsables. Si eres padre o madre de niños pequeños todavía estás a tiempo de pasar una “ITV de culpa” y evitársela a los tuyos.

Si pospongo la preparación del informe o tarea asignada por mi jefe y excedo su fecha límite seré declarado culpable de las consecuencias del retraso y recibiré algún castigo. Por ejemplo, una reprimenda. Si, innecesariamente, retraso tanto mis estudios que al final decido no presentarme al examen o lo suspendo, me sentiré culpable y, tal vez, otras personas (mis padres, mi novia…) también me culparán por mi conducta y sus consecuencias.

 

Culpa y energía

La propensión a la culpa en las culturas occidentales es especialmente notable: el rendimiento se asocia a la valía social, y ésta a la valía personal.

Así la culpa ocupa un gran espacio y consume una gran cantidad de tu energía, mientras te culpas a ti mismo, a otros y te defiendes de las inculpaciones.

¿Has observado conductas (exageradas) de algunos individuos que promueven la culpabilización, propia o ajena, buscando la existencia de defectos, la puntillosidad o la recriminación, incluso en pequeñas “faltas”?

¿Has percibido como a otros no les basta con la asignación de consecuencias a las causas, sino que amplían la culpa menospreciando o condenando a otros o a ellos mismos?

¿Has notado como bastantes desvían la culpabilidad hacia otros para proteger su imagen pública? “Lo hice sin querer”, “eso fue cosa del demonio”, “la culpa es de fulano…”

El sentimiento de culpa y conductas como las anteriores te alejan de la solución del problema y del desarrollo de las habilidades que necesitas para mejorar.

Cuando consientes y te enfocas en la culpa, te distraes de enfrentarte a las circunstancias que te condujeron al error – lo que te conducirá, irremisiblemente, a más errores y más culpa-.

Como ves culpa y procrastinación van de la mano y en lugar de aceptar tu responsabilidad personal, eliges explicar tus errores o el rendimiento negativo con circunstancias externas.

El procrastinador utiliza simultáneamente dos discursos distintos. Se dice a sí mismo “lo haré más tarde”, mientras busca excusas o, incluso, mentiras que contar a los demás para preservar su imagen pública. El coste emocional de ambos discursos es negativo. Experimenta auto decepción por lo que se dice a sí mismo y engaño o enmascaramiento por lo que dice a los demás.

 

La culpa pesa

Lo peor de los hábitos procrastinadores es, precisamente, su repetición.

Aunque te prometes a ti mismo, con gran determinación, que no volverás a procrastinar, que esta es la última vez… vuelves a tropezar en la misma piedra, una y otra vez.

No sólo tienes que soportar las consecuencias provocadas en tus resultados inmediatos. Generalmente, es mayor el peso acumulado que la culpa ejerce sobre tu autoestima, cuando te dices “no tengo voluntad”, “no valgo” …

Caer en ese bucle vicioso procrastino-me culpo-procrastino… es bastante frecuente; como también lo es concluir que no tiene solución. Una conclusión que te alivia, aunque perpetúa el hábito: “si no tiene solución ¿para qué me voy a preocupar?”

Ejercicio

  • Pregúntate: ¿Qué procrastino?
  • Describe (y escribe) el acto o patrón procrastinador (con gran detalle)
  • Pregúntate: ¿cuál es mi estrategia escapista? (cómo y con qué actividad sustituyo la tarea que procrastino)

 

Este ejercicio que puede parecerte insultantemente simple no lo han realizado nunca la mayoría de los procrastinadores que conozco. Así que puedes elegir felicitarte si lo completas.

 

Realizarlo representa el primer paso hacia la solución de tu problema: conocer mejor al monstruo.

 

“Cualquiera puede realizar cualquier cantidad de trabajo,

siempre que no sea el trabajo que se supone debe hacer en ese momento”.

– Robert Benchley

 

Jaime Bacás, fundador de EXEKUTIVE Coaching y BATMETRIX, socio de ATESORA Group

 

Artículo publicado originalmente en abril 2010 para Senderos de Productividad

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