13 Dic 2022
Mi diario y mi film de procrastinación

Hoy vamos a comentar dos herramientas útiles para tratar con tu procrastinación. Si formas parte del 80% de individuos que no procrastina de forma persistente puede que no te interese, aunque podrías recomendársela a alguien que conozcas que pertenezca al 20% restante. Sí, porque una de cada cinco personas que conoces pertenece a ese club.

 

¿Qué es un Diario de procrastinación?

Un cuaderno donde puedes anotar todas las informaciones relacionadas con tu hábito procrastinador y el proceso que sigues.

 

¿Para qué me sirve escribir un Diario?

Ya sabes que para dominar y cambiar tu hábito procrastinador actual necesitas, antes que nada, conocerlo.

Puesto que no existen recetas universales, debido a la enorme complejidad de este hábito y la gran variedad de tipos de procrastinación, es necesario tratarlo individualmente, eligiendo herramientas específicas según cada caso.

Sin embargo, la primera fase en todos los casos y tipos es siempre la misma: conocerlo a fondo.

Para conocerlo tienes que observarlo durante un tiempo.

Obsérvate con mucha atención cuando aparezca, pero de forma “desapegada”, es decir, como si el hábito no fuera tuyo. Sin juzgarte. Considera que eres un observador externo que tiene la capacidad de observar los pensamientos, sentimientos y conductas que conforman las distintas partes o fases que componen el proceso del hábito procrastinador.

Es indispensable que seas capaz de distinguir cada uno de los “pasos” del proceso y sus contenidos: pensamientos, sentimientos y conductas.

 

¿Cómo distingo esos pasos? El film procrastinador

Existen herramientas avanzadas -para distinguir los distintos pasos- y otras más sencillas, como, por ejemplo: “el film procrastinador”.

El proceso del hábito procrastinador es como un film, o película, que se compone de unos cuantos fotogramas. Ese film, además, adopta la forma de bucle, porque el proceso del hábito procrastinador se repite indefinidamente y de la misma forma.

Tu tarea consiste en distinguir y describir cada uno de esos fotogramas, asegurando que no te saltas ninguno. Por eso requiere que te esfuerces en tu observación. Por cierto, conviene recordar que esta es una habilidad que, probablemente, apenas has desarrollado. Y es así debido a las pocas veces que realizas esta actividad con el nivel de detalle que te indico. Así que esmérate.

El resultado final es que dibujes los fotogramas en forma secuencial y subtitules cada uno de ellos con la frase que te dices o, alternativamente, otra que apoye y complete la imagen que has dibujado.

Un fotograma, por ejemplo, sería una imagen en la que te ves delante de un ordenador intentando empezar a escribir un informe muy complejo y extenso que te ha pedido tu jefe para mañana. El subtítulo dice: “Ahora no tengo el humor necesario para esta tarea”.

 

¿Cuándo escribo?

Es fundamental que escribas en el instante inmediatamente posterior al suceso procrastinador. “En caliente” los detalles están vívidos, especialmente las emociones. Unos minutos después tu relato pierde riqueza y sutilidad, se enfría, no es preciso.

Por tanto, necesitas transportar durante todo el día tu Diario contigo. No importa donde vayas, el Diario siempre lo tendrás a mano. Eso incluye, por ejemplo, tenerlo en tu mesita de noche al acostarte. Algunas personas disfrutan de una claridad mental especial antes de dormirse o justamente al despertarse.

 

¿Cómo debe ser el Diario?

Considerando lo anterior conviene que tu Diario se adapte a tus condiciones de movilidad. Un cuaderno del tamaño que estimes adecuado.

Si tienes la costumbre de trabajar siempre en tu ordenador y dispones de un portátil o, aún mejor, de un pequeño notebook, puede resultar una excelente solución.

 

¿Cuál es el objetivo final?

Conocer con detalle el proceso (film) de tu hábito procrastinador.

Recuerda que hay actos y patrones procrastinadores. Tu meta es descubrirlos y radiografiarlos. Conocer lo que te dices – tus conversaciones internas – y también lo que les dices a los demás cuando procrastinas. Identificar las diferentes emociones que experimentas en cada paso del proceso. Reconocer y describir las conductas (hábitos) que sigues de forma automática e inconsciente. Identificar los acontecimientos que disparan o inician el proceso.

¿Cómo interactúas con los demás mientras procrastinas, cuáles son sus respuestas y si te afectan de alguna forma?

¿Cuál es la frecuencia y la intensidad del hábito? ¿O son varios hábitos? ¿En uno o en varios ámbitos de tu vida? ¿Qué antigüedad tienen? ¿Recuerdas cómo y cuándo se iniciaron?

Toda la información que consigas reunir en tu Diario tiene un valor enorme, porque constituye la materia prima sobre la que trabajarás en la segunda fase.

En la segunda fase elegirás el fotograma que consideres más apropiado por donde romper tu hábito procrastinador e introducir estrategias anti-procrastinadoras.

También usarás tu Diario en esa segunda fase para anotar las estrategias y acciones que has probado y sus resultados.

 

“Nadie se desembaraza de un hábito o de un vicio tirándolo de una vez por la ventana;

hay que sacarlo por la escalera, peldaño a peldaño”

– Mark Twain

Jaime Bacás, fundador de EXEKUTIVE Coaching y BATMETRIX, socio de ATESORA Group

 

Artículo publicado originalmente en mayo 2010 para Senderos de Productividad

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